“El tiempo se acaba, el siglo se va
Frenética avanza, la era nuclear
El grito de un hombre, se pierde entre mil
Y nacen los jóvenes del año 2000” (De Gente del Futuro, de Pedro y Pablo.)
Diría que fue ayer que oí este tema; el año 2000 era el futuro. Para esa época, pensaba, yo estaría vestida como en la película “2001 Odisea del Espacio”, con un traje de neopreno, viviría en Montevideo satelital, me transportaría en una nave voladora, yo tendría a Robotina en casa, una máquina alimenticia, y tantas otras cosas...
Faltaba una eternidad para “El año 2000”. Ese era mi futuro de sueños inocentes. Y claro, como en los sueños todo es mágico, yo soñaba un futuro mágico, mientras tanto leía cuentos, salía a la calle a jugar con los amigos del barrio, iba a la playa Pocitos al mediodía porque no había un agujero en la capa de ozono, conocía chicos en los bailes que me pedían el teléfono y bailábamos lentos.
Yo estaba adentro de una burbuja. En Latinoamérica pasaban cosas, pero yo era una niña y no sabía. En el mundo había guerras, no sabía de la guerra fría. Iba a la escuela sin saber que cada día desaparecía una persona, que cada día un niño era robado, creía en lo que me enseñaban mis maestras.
Yo estaba en una burbuja y soñaba con el año 2000.
El tiempo se me acabó, el siglo se me fue, y frenética me avanzó la era nuclear, y me llegó El año 2000. ¿Y dónde estaban los trajes de neopreno? ¿Y las ciudades satelitales? ¿Y las Robotinas?
No; no había robotinas, sino Robots. Vestidos de computadoras, o de celulares. Empezaron a pasar cosas raras. Ya la gente no leía libros, ya no escribía con acentos, ni mayúsculas. Ya no existían las reglas gramaticales, no había diptongos, ni hiatos, ni sílabas. Ellos, morían lentamente y nacían a los jeroglíficos del futuro.
Todo entonces comenzó a sistematizarse, simplificarse, y las emociones fueron siendo amputadas, para dar paso a una comunicación breve, fría, nacía un lenguaje de abreviaciones, palabras mezcladas con números, y con operadoras matemáticos. Era el idioma I+.
Entonces, el mundo comenzó a volverse estúpido. No había nada por hacer para salvarse. Los robots, se reproducían a la velocidad de la luz. Bailaban por un sueño, vivían en casas tontas donde los filmaban hasta cuando iban al baño. Había un agujero en la capa de ozono, había armas nucleares, había robots que se explotaban para matar. Cada vez el tiempo alcanzaba menos, había que moverse rápido y culminar toda la lista de tareas asignadas, una tras otra, con la cabeza gacha, sin mirar hacia ningún costado. El cielo azul se iba volviendo cada vez más gris. Las células cancerígenas de los robots, se multiplicaban exponencialmente, lo iban tomando y encerrando todo.
Un día hubo un robo. Había sido minuciosamente planificado, pero lo cierto es que no quedaba una sola palabra en el mundo. La comunicación se redujo a mover la cabeza de arriba hacia abajo, o de derecha a izquierda. Si había que dar algún detalle, se digitaba en un celular, o un teclado de computadora en I+. Las palabras todavía vivían en la memoria colectiva, pero pronto, muy pronto, se esfumarían, y no quedaría tan siquiera su recuerdo.
Un rayo de sol, hizo que me despertara repentinamente. Ayer tuve una despedida de fin de año y dormí poco. Me levanté, y abrí mi ventana. El cielo estaba azul. Las palabras estaban todas, no falta ninguna.
Faltan dos días para comenzar el 2010.
¡Feliz año y gracias para todos los que pasan por este espacio virtual!
Anna.
Frenética avanza, la era nuclear
El grito de un hombre, se pierde entre mil
Y nacen los jóvenes del año 2000” (De Gente del Futuro, de Pedro y Pablo.)
Diría que fue ayer que oí este tema; el año 2000 era el futuro. Para esa época, pensaba, yo estaría vestida como en la película “2001 Odisea del Espacio”, con un traje de neopreno, viviría en Montevideo satelital, me transportaría en una nave voladora, yo tendría a Robotina en casa, una máquina alimenticia, y tantas otras cosas...
Faltaba una eternidad para “El año 2000”. Ese era mi futuro de sueños inocentes. Y claro, como en los sueños todo es mágico, yo soñaba un futuro mágico, mientras tanto leía cuentos, salía a la calle a jugar con los amigos del barrio, iba a la playa Pocitos al mediodía porque no había un agujero en la capa de ozono, conocía chicos en los bailes que me pedían el teléfono y bailábamos lentos.
Yo estaba adentro de una burbuja. En Latinoamérica pasaban cosas, pero yo era una niña y no sabía. En el mundo había guerras, no sabía de la guerra fría. Iba a la escuela sin saber que cada día desaparecía una persona, que cada día un niño era robado, creía en lo que me enseñaban mis maestras.
Yo estaba en una burbuja y soñaba con el año 2000.
El tiempo se me acabó, el siglo se me fue, y frenética me avanzó la era nuclear, y me llegó El año 2000. ¿Y dónde estaban los trajes de neopreno? ¿Y las ciudades satelitales? ¿Y las Robotinas?
No; no había robotinas, sino Robots. Vestidos de computadoras, o de celulares. Empezaron a pasar cosas raras. Ya la gente no leía libros, ya no escribía con acentos, ni mayúsculas. Ya no existían las reglas gramaticales, no había diptongos, ni hiatos, ni sílabas. Ellos, morían lentamente y nacían a los jeroglíficos del futuro.
Todo entonces comenzó a sistematizarse, simplificarse, y las emociones fueron siendo amputadas, para dar paso a una comunicación breve, fría, nacía un lenguaje de abreviaciones, palabras mezcladas con números, y con operadoras matemáticos. Era el idioma I+.
Entonces, el mundo comenzó a volverse estúpido. No había nada por hacer para salvarse. Los robots, se reproducían a la velocidad de la luz. Bailaban por un sueño, vivían en casas tontas donde los filmaban hasta cuando iban al baño. Había un agujero en la capa de ozono, había armas nucleares, había robots que se explotaban para matar. Cada vez el tiempo alcanzaba menos, había que moverse rápido y culminar toda la lista de tareas asignadas, una tras otra, con la cabeza gacha, sin mirar hacia ningún costado. El cielo azul se iba volviendo cada vez más gris. Las células cancerígenas de los robots, se multiplicaban exponencialmente, lo iban tomando y encerrando todo.
Un día hubo un robo. Había sido minuciosamente planificado, pero lo cierto es que no quedaba una sola palabra en el mundo. La comunicación se redujo a mover la cabeza de arriba hacia abajo, o de derecha a izquierda. Si había que dar algún detalle, se digitaba en un celular, o un teclado de computadora en I+. Las palabras todavía vivían en la memoria colectiva, pero pronto, muy pronto, se esfumarían, y no quedaría tan siquiera su recuerdo.
Un rayo de sol, hizo que me despertara repentinamente. Ayer tuve una despedida de fin de año y dormí poco. Me levanté, y abrí mi ventana. El cielo estaba azul. Las palabras estaban todas, no falta ninguna.
Faltan dos días para comenzar el 2010.
¡Feliz año y gracias para todos los que pasan por este espacio virtual!
Anna.