El Sonido de Jesucristo.


I.
¡Tring! – Suena el reloj despertador.

Roberta, se despereza, ¿Pero si acaba de acostarse? La noche duró una décima de nanosegundo.

Roberta, ahora se incorpora. Se levanta, elige un conjunto de lana suave, es media estación, el cual completa con unos adorados stilettos italianos.

Roberta ahora se observa en el espejo. Se maquilla, brevemente, sale bien apurada.

Acto seguido, desayuna frugalmente, y sale volando a la oficina.

-¡Llegas tarde!- exclama el Ingeniero Xráxulas. Todos los miembros del Directorio ya estaban sentados en torno a la mesa de madera, y todas las cabezas giraron hacia Roberta.

-Pido disculpas a todos- dice Roberta, acto seguido ocupa su Puesto.

-Estamos al borde del colapso- comienza su disertación el Ingeniero Xráxulas.

-¿Pero El Sistema no estaba listo? – inquirió Roberta.

- Surgió un imprevisto, cuando relevamos la Situación Origen, un detalle se nos pasó desapercibido, por lo cual el Sistema no se corresponde con los requerimientos. Johnatan pasó muchos años tratando de modificar sus sistemas de ecuaciones, pero hoy, y lamentamos reconocerlo, no podemos modificar este incidente con las herramientas que disponemos. Ni la Matemática, ni la programación de Algoritmos a prueba de Fallos, pueden solucionar. Roberta, recuerdas ¿La Ultima Cena?

-¡Pero Mi Misión fue exitosa!- Repuso, Roberta, un tanto molesta.

-Es que no es tu culpa, la omisión fue nuestra.- dijo el Ingeniero Xráxulas.

-Es que fue un error la Muerte de Cristo- prosiguió el Ingeniero.

-¡Yo se los había advertido! ¡No se dan cuenta de que por la Eternidad seguirán habiendo miles de Fieles?

-Es que nosotros queríamos acabar con el escabroso asunto de La Iglesia.

-Pero la solución no era matar a Jesucristo.

-Reconocemos, Roberta, que la razón te asistía en ese momento, te pedimos disculpas.-dijo Xráxulas.

-¿Entonces?

Se hizo un silencio solemne. Todo el Directorio estaba inmóvil. Lo único que parecía tener vida, era El Cuadro Surrealista.

-¡El Sonido de Jesucristo!- ironizó Johnatan.

- Muy gracioso. ¿Y dónde está la mariposa?- devolvió Roberta la ironía.

-Bueno, ¡que esto es un asunto serio, señores!- elevó el tono de voz, Xráxulas. –No es tan complidado, Roberta, lo único que tienes que modificar es la última escena, en la casa de él.

-¡Pero tengo que viajar allá!

-¡Para eso estamos! No olvides que muchas veces hemos tenido que movernos en la Línea del Tiempo, no será la primera.

-Es cierto- dijo Roberta, y se quedó pensando en la primera vez que se realizó el hito trascendental, El Sonido del Trueno, y el ala de la mariposa.

Roberta se paró delante de El Cuadro.

-¿Estás preparada?- dijeron sus colegas.

Los relojes del Maestro aguardaban expectantes.

-No puedo dejar de reconocer la magnificencia de esta obra de arte. Podría mirarla una y mil veces, y no me cansaría – dijo Johnatan.

-Los romanticismos los dejaremos para cuando hayamos superado El Colapso – dijo Xráxulas.

II.

Jesús estaba sorprendido consigo mismo. Había estado locuaz, y no se sentía nervioso, sino todo lo contrario y Roberta lo había invitado a tomar un café a su casa.

Era un piso decorado con estilo minimalista. Una alfombra blanca y un chaise long tapizado en rojo, piso flotante, iluminación discreta. En un rincón una lámpara de pie de papel amarillo, que iluminaba con el color del sol. La protagonista era la estufa de leña.

Jesús aguardaba expectante porque Roberta se estaba cambiando. Luego de un lapso prolongado de tiempo, ella apareció.

Jesús creía estar viviendo un sueño, Roberta era perfecta, su piel aterciopelada, sus carnes firmes, turgentes, sus pechos esferas cual salidas de un molde, sus nalgas, con curvas exactas.
No era un truco de PhotoShop, ella era de verdad.

-“Vení, Jesús”, ella tenía puesto un conjunto de lencería color bermellón, medias y portaligas.

Jesús se acercó a Roberta. Le acarició los labios con los suyos, y con su pulgar le colocó el cabello detrás de la oreja. Con el índice comenzó a descender por su cuello, mientras besaba sus pezones erectos. Recorría con la legua esa piel con sabor agridulce, y fue viajando por el torso, espalda, vientre. Roberta gemía y jadeaba.

A Jesús le resultaba increíble la tersura de la piel de su nueva amiga, no había lunares, barritos, ni un grano, ni un matiz de color, era un marrón bronceado uniforme, tan uniforme que resultaba llamativo. La había desnudado por completo y no había imperfecciones ocultas.

Jesús se dijo que personas como Roberta seguramente concurrirían diariamente a un spa, no tendría problema en realizar erogaciones en ese rubro, y seguramente se habría aplicado todos los tratamientos laser y de cirugía existentes.

Al tocarla, Jesús había descubierto que sus senos y sus nalgas eran artificiales. Nada extraño, en esos días muchas mujeres se agregan cola y tetas.

Asimismo, había botox en sus labios.

Al principio Jesús estaba fascinado por tanta perfección, pero ahora, por alguna extraña razón, sentía cierto malestar.

-“¿Pasa algo?” – inquirió Roberta, y lo miró con sus ojos turquesas.

Jesús lo confirmó: tampoco ese era el color de sus ojos, pero notó algo raro en su mirada, no eran lentes de contacto.

-“Nada”- respondió Jesús, mientras su desagrado se hacía cada vez más evidente.

-“¿Ya no te gusto?”- le preguntó ella.

-“Ya te lo dije; sos muy linda”-, mintió ahora Jesús. Acto seguido decidió continuar con lo que habían empezado, sin pensar nada más.

Las caricias de Roberta hacia él eran deliciosas, y en los lugares adecuados, mas Jesús no terminaba de abandonarse. Eran caricias variadas, a veces suaves, a veces lo rasguñaba levemente con las uñas, a veces hacía más fuerza.

Pero algo anómalo sucedía. Las sesiones de caricias se reiteraban. Había tres series y aleatoriamente se combinaban. Pero se sucedían en forma exacta. Jesús le propuso hacer una pausa.

-“Perdoname, pero no estoy acostumbrado, no te lo dije antes para que no te decepcionaras de mi”

-“¿Sos vírgen? “

-“No es eso”

-“Prosigamos entonces”.

-“¿Podemos hacer una pausa?”

-“Esto no estaba en los planes”.

Roberta parecía contrariada.

-“Mirá Jesús, O tenemos sexo, O te vas para tu casa”.

-“¿No existe otra opción?”

-“No, Jesús, O tenemos sexo, o No tenemos sexo. Si decidís proseguir, lo hacemos, sino te vas para tu casa”.

-“Quiero que me des unos minutos, nada más”.

Roberta se recostó en el sillón rojo y volvió a decirle:

-“Esto no estaba en los planes”.

-“Roberta, sos muy estructurada, te pido que me des unos minutos, y te prometo no defraudarte”.

-“Esto no estaba en los planes”.

-“Roberta, creo que estás exagerando”.

-“Esto no estaba en los planes”.

-“Roberta, está bien, me voy”.

Jesús se vistió. Roberta no dijo nada. ¿Estaría dormida?

“Roberta, Chau”, repitió Jesús.

Entonces, Jesús se acercó para besarla y despedirse. Paralizado, comprobó que Roberta estaba fría. Además tenía los ojos abiertos. Jesús le tocó el cuello, y ella ya no tenía pulso. ¡Roberta estaba muerta! Un cadáver exquisito.

Jesús le cerró los ojos, y le arregló el cabello. La vestiría con un solero blanco, y la coronaría con una guirnalda de flores, cual virgen celestial.Jesús abrió el closet, y encontró una prenda que se asimilaba bastante a lo que buscaba. Era un vestido de bambula blanca con puntillas.

Fue entonces, cuando le corrió el cabello para colocarle el vestido que vio un punto rojo disimulado por la larga cabellera. El punto emitía un haz de luz.

Jesús estupefacto, devolvió las ropas al closet.

-“Esto no estaba en los planes”.

Jesús se dio la vuelta. Roberta estaba de pie tras él, con un revolver en mano.

“YoRob666 ¿verdad?”.

“Me caíste bien Jesús, pero yo solo sigo instrucciones”.
“¿Qué instrucciones tenés?” preguntó Jesús.
“¡Si no querés tener sexo por la buenas, entonces te voy a forzar!”
“Ah, era eso…” – dijo Jesús con una expresión de alivio.
“¿Acaso qué creías? ¿No pensarás que soy capaz de matarte por un rato de sexo, verdad?”
Jesús estaba estupefacto.
“Bueno, tranquilízate, bajá el arma, vamos a tener sexo, y no tendrás que forzarme”.

Anna Donner Rybak ©2010.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...