-La gente está vestida de blanco, ¿por qué tú vistes de rojo?
-Tú sabes: no soy como ellos.
-¿Por qué te empeñas en remar contra la corriente?
-No se trata de eso.
-No te comprendo. Siempre tienes problemas con todos. Eres conflictiva.
-Si ser conflictiva, es decir la verdad, que obviamente a muchos no gusta, prefiero serlo.
-Tú lo que haces es Sinceridio.
-Es del único modo que sé hacerlo.
-¿No te das cuenta de que siempre estás sola y nadie quiere estar contigo porque siempre te metes en problemas?
-Si tú lo ves así…
-Acaso, ¿te gusta estar siempre sola?
-¿Y para qué voy a estar con otros?
-¡Estás loca, mujer vestida de rojo, y siempre estarás sola!, ¿me oyes? ¡Lo-ca! ¡Esta vez, te pasaste!
Una lágrima casi imperceptible se va descolgando del rostro de la mujer vestida de rojo.
Ella no entendía qué había sucedido. Pero no era la primera vez que le sucedía. La mujer vestida de rojo se encontraba perdida en un mar de gente. Claro, gente que no estaba loca.
-¿Por qué te empeñas en rebelarte contra todo?- le dijo una de las personas dentro del mar.
-¿Cómo tú soportas la frivolidad del mundo?
- Es que tú dramatizas todo. La soportas, te acoplas.
-¿Tengo que mentir, entonces?
-Ya sabes, de vez en cuando una pequeña mentira social no te va matar, claro, me olvidaba, ¡tú eres la Madre de los Pobres!
Otra lágrima casi imperceptible se va descolgando del rostro de la mujer vestida de rojo.
-¡Me exasperas! ¡Todo para ti es un problema! ¡Eres imposible!
-¿Entonces para no exasperar hay que decir mentiras?
-¡Qué dramática! ¿Ves? ¡Ya te tomas todo a pecho! ¡Ponte a llorar, anda!
-No merezco que te burles de mí.
-Es una broma, no dramatices. Pero te asombras de que la gente no te quiera, ¿cómo te va querer la gente si eres una antipática y vas caminando por el mundo mirando a todos por encima del hombro con pose de soberbia?
-Tú no entiendes. Es una coraza.
-¿Coraza? ¿Pero no eras tú la reina de la Autenticidad?
-Me estás hiriendo.
-Vamos, llora, llora, anda.
-No voy a llorar, te voy a explicar cosas que evidentemente no comprendes: me gusta mi soledad, porque tengo tiempo de estar haciendo siempre una historia nueva, o pensando en el hombre que amo.
-¡Já, ja! ¿Y de qué te sirve pensarlo si no es tuyo?
-¿Y tú que sabes?
-¿Sabes qué? ¡Das lástima!
-Piensa lo que quieras, soy un ser sensible y vulnerable.
-¡No lo parece! ¡Te atreves a ir por ahí diciéndole a todo el mundo cualquier disparate!
-Digo La Verdad, ¡no digo disparates!
-Se dice La Verdad, pero ¡No Toda!
-Pues yo la digo toda.
-Y así estás, siempre teniendo problemas con todos, nadie te quiere.
-Eso no es cierto. Muchas personas me quieren.
-Nadie quiere a una persona a la cual hay que “aguantarle” la cabeza todos los días.
-No te comprendo.
-¡TE la pasas analizando! ¡Hablando de filosofía! ¡De literatura! ¿No te das cuenta que aburres?
-Yo no me aburro.
-Por eso estás sola y siempre vas a estar sola.
Una tercer lágrima casi imperceptible se va descolgando del rostro de la mujer vestida de rojo.
-¡Ahora no llores! Te desubicas, y después lloras.
-¡No me lastimes más, por favor!
-No sabes todos los problemas que tuve por TU culpa.
-¡Sabes que no lo hice adrede!
-¡Eres una molestia! ¡Ahora tengo que andar dando explicaciones, todo por tu maldita costumbre de escribir poesía, y de analizar hasta la muerte del mosquito!
Un mar de lágrimas bien perceptibles se van descolgando del rostro de la mujer vestida de rojo. Una tras otra. Primero hacen un estanque, luego devenido en laguna, que terminará, irremediablemente en un océano.
Anna Donner Rybak © 2010
-Tú sabes: no soy como ellos.
-¿Por qué te empeñas en remar contra la corriente?
-No se trata de eso.
-No te comprendo. Siempre tienes problemas con todos. Eres conflictiva.
-Si ser conflictiva, es decir la verdad, que obviamente a muchos no gusta, prefiero serlo.
-Tú lo que haces es Sinceridio.
-Es del único modo que sé hacerlo.
-¿No te das cuenta de que siempre estás sola y nadie quiere estar contigo porque siempre te metes en problemas?
-Si tú lo ves así…
-Acaso, ¿te gusta estar siempre sola?
-¿Y para qué voy a estar con otros?
-¡Estás loca, mujer vestida de rojo, y siempre estarás sola!, ¿me oyes? ¡Lo-ca! ¡Esta vez, te pasaste!
Una lágrima casi imperceptible se va descolgando del rostro de la mujer vestida de rojo.
Ella no entendía qué había sucedido. Pero no era la primera vez que le sucedía. La mujer vestida de rojo se encontraba perdida en un mar de gente. Claro, gente que no estaba loca.
-¿Por qué te empeñas en rebelarte contra todo?- le dijo una de las personas dentro del mar.
-¿Cómo tú soportas la frivolidad del mundo?
- Es que tú dramatizas todo. La soportas, te acoplas.
-¿Tengo que mentir, entonces?
-Ya sabes, de vez en cuando una pequeña mentira social no te va matar, claro, me olvidaba, ¡tú eres la Madre de los Pobres!
Otra lágrima casi imperceptible se va descolgando del rostro de la mujer vestida de rojo.
-¡Me exasperas! ¡Todo para ti es un problema! ¡Eres imposible!
-¿Entonces para no exasperar hay que decir mentiras?
-¡Qué dramática! ¿Ves? ¡Ya te tomas todo a pecho! ¡Ponte a llorar, anda!
-No merezco que te burles de mí.
-Es una broma, no dramatices. Pero te asombras de que la gente no te quiera, ¿cómo te va querer la gente si eres una antipática y vas caminando por el mundo mirando a todos por encima del hombro con pose de soberbia?
-Tú no entiendes. Es una coraza.
-¿Coraza? ¿Pero no eras tú la reina de la Autenticidad?
-Me estás hiriendo.
-Vamos, llora, llora, anda.
-No voy a llorar, te voy a explicar cosas que evidentemente no comprendes: me gusta mi soledad, porque tengo tiempo de estar haciendo siempre una historia nueva, o pensando en el hombre que amo.
-¡Já, ja! ¿Y de qué te sirve pensarlo si no es tuyo?
-¿Y tú que sabes?
-¿Sabes qué? ¡Das lástima!
-Piensa lo que quieras, soy un ser sensible y vulnerable.
-¡No lo parece! ¡Te atreves a ir por ahí diciéndole a todo el mundo cualquier disparate!
-Digo La Verdad, ¡no digo disparates!
-Se dice La Verdad, pero ¡No Toda!
-Pues yo la digo toda.
-Y así estás, siempre teniendo problemas con todos, nadie te quiere.
-Eso no es cierto. Muchas personas me quieren.
-Nadie quiere a una persona a la cual hay que “aguantarle” la cabeza todos los días.
-No te comprendo.
-¡TE la pasas analizando! ¡Hablando de filosofía! ¡De literatura! ¿No te das cuenta que aburres?
-Yo no me aburro.
-Por eso estás sola y siempre vas a estar sola.
Una tercer lágrima casi imperceptible se va descolgando del rostro de la mujer vestida de rojo.
-¡Ahora no llores! Te desubicas, y después lloras.
-¡No me lastimes más, por favor!
-No sabes todos los problemas que tuve por TU culpa.
-¡Sabes que no lo hice adrede!
-¡Eres una molestia! ¡Ahora tengo que andar dando explicaciones, todo por tu maldita costumbre de escribir poesía, y de analizar hasta la muerte del mosquito!
Un mar de lágrimas bien perceptibles se van descolgando del rostro de la mujer vestida de rojo. Una tras otra. Primero hacen un estanque, luego devenido en laguna, que terminará, irremediablemente en un océano.
Anna Donner Rybak © 2010