Golpe de Santidad.


I.

Suena la quinta de Beethoven desde el despertador de Sol. ¡Qué pereza! Mira la hora: las siete de la mañana. Es pleno invierno, aún es de noche. Se dice: “Quince minutos más”. Se mete bajo el acolchado de colores, que se compró este último invierno, tan calentito, y en décimas de nanosegundos, los quince se evaporan, y vuelve a sonar la quinta de Beethoven desde el despertador, y Sol se dice: “¡Arriba!”.

Sol ahora se sale de debajo de su acolchado, pisa la alfombra que tiene bajo su cama, con sus medias rayadas de lana. Esas medias multicolores ¡qué calentitas que eran!

Sol se va derecho en el baño, siempre ha tenido la costumbre de ducharse de mañana para así despertar al día. Y a la vida. Prende el calo ventilador, hasta que se templa el ambiente. Entonces, se quita su preciado piyama de franela calentita, la ropa interior, mientras abre el grifo bien caliente.

Sol se mete bajo el chorro. ¡Qué placer sentir la fuerza del agua caliente! Es el mejor remedio para superar el frío de las mañanas de invierno.

Unta la esponja con gel para ducha sabor ciruela, y la piel se renueva, quedando fresca para encarar una extensa jornada laboral.

Sol cierra ahora el grifo, y se envuelve en una toalla blanca bien esponjosa. Desenreda su larga cabellera, le han dicho que debe cortarlo, pero ella insiste. “Las mujeres de pelo corto se agregan edad”, ha sido siempre su lema. Claro, no a todas les queda, pero aprovechando que a ella sí, decidió hace mucho dejarlo hasta la cintura, y cuando tuviera edad avanzada, se lo recogería en un rodete.

No. Sol jamás pensaba cortarse el cabello. Claro que su mantenimiento le demandaba muchísimo tiempo, por lo cual optaba por lavarlo en el salón de belleza a dos cuadras de su oficina, mientras le daban café, y leía las últimas revistas de chimentos, para luego salir con un impecable brusshing.

Sol comienza a vestirse. Elige un conjunto de ropa interior de algodón, luego se pone unos cancan de lana, hoy tiene ganas de usar tailleur de pollera y chaqueta, y se calza los tacones con plataforma. Es que hoy tiene una reunión muy importante, de la cual depende su futuro profesional.

Sol se maquilla, en invierno gusta de hacerlo, para darle alegría y color a su rostro. No demasiado recargado, algo de base, labial fresa, delinea sus ojos, y pinta sus pestañas de azul. Rouge para las mejillas, y está lista.

Sol carga su bolso con su arsenal de pinturas, un abrigo para la noche, un libro para ir leyendo en el ómnibus. A continuación se coloca el tapado, se lo ha comprado colorado, es bien largo hasta los pies.

Sol está lista para salir.

II.

¡Qué rápido se le ha pasado el tiempo! Ya son la diez de la mañana. Se quita los anteojos con filtro que usa para la computadora, y va por un café. Ya preparó todos los informes para la reunión de las once. Decide relajarse ese tiempo que le resta, Sol está algo nerviosa, pero su jefe le había vaticinado que eran buenas noticias.

En el piso, suena la FM de fondo, con música tranquila. Sol está ahora sentada nuevamente en su escritorio, paladeando su café, revisando su maquillaje, y dando una mano de esmalte rojo a sus uñas.

“Interrumpimos nuestra transmisión del día”, anuncia el locutor. “dando paso a la Cadena Nacional de las Fuerzas Conjuntas.”.

-¿Fuerzas Conjuntas? – dice su colega José.

-¿Qué raro, no? – dice Sol.

Ahora suena una marcha. Sol se aterra.

-¡Está sonando la misma marcha del 73!.

-¿Qué está pasando? – preguntan los otros integrantes del staff, que se han arrimado anonadados.

"Mediante el último y trascendental Decreto del Poder Ejecutivo, presidido por el gobernante interino de la República Oriental del Uruguay recién nombrado, el Mulá Mohamed Abdul, se dispuso en primera medida la disolución del Parlamento; de las cámaras de Senadores y Diputados, y la instauración de un gobierno de porte Talibán, cuya misión fundamental, según declaraciones del flamante Mulá será retornar a la Tradición imponiéndose como Representantes del Nuevo Orden Moral. A tales efectos, a partir de este momento queda terminantemente prohibido en Primer Lugar el trabajo femenino fuera del hogar, y tal cuestión se aplica a profesoras, ingenieras, doctoras en medicina, químicas, analistas en sistemas, y demás profesionales existentes. Solo una doctora y dos enfermeras podrán trabajar en los centros de salud, a fin de atender a las mujeres, en Segundo Lugar las mujeres no pueden salir de sus hogares, a no ser que están acompañadas por su mahram (parentesco cercano masculino: padre, hermano o marido), en Tercer Lugar se prohíbe a las mujeres cerrar tratos con comerciantes masculinos, en Cuarto Lugar se prohíbe a las mujeres estudiar en escuelas, universidades, o cualquier otra institución educativa, en Quinto Lugar, ninguna mujer podrá ser tratada por un doctor masculino, en Sexto Lugar, a partir de este instante las mujeres sólo pueden salir a la calle utilizando la burka, un largo velo que cubre de cabeza a pies, con una red que oficia como mirilla, y quienes no vistan la misma serán azotadas y/o abusadas física y verbalmente, en Séptimo Lugar, aquellas mujeres que no lleguen a cubrir sus tobillos serán azotadas en público, en Octavo Lugar, si una mujer es acusada de mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio será lapidada públicamente, en Noveno Lugar, se prohíbe a las mujeres el uso de cosméticos, y se les amputarán los dedos en caso de ser descubiertas uñas pintadas con esmalte, en Décimo lugar se le prohíbe a la mujer hablar o estrechar la mano de cualquier hombre que no sea su mahram, en Onceavo Lugar, las mujeres no podrán ni hablar ni reír en la calle, ningún extraño debe oír su voz, en Doceavo Lugar se prohíbe a las mujeres llevar zapatos con tacos pues los varones oirían sus pasos, en Treceavo Lugar se prohíbe a las mujeres tomar taxis sin su mahram, en Catorceavo Lugar las mujeres no podrán tener presencia ni en reuniones públicas, ni en la radio, ni en la televisión, en Quinceavo Lugar las mujeres no podrán practicar deportes de ningún tipo, ni entrar en ningún club, en Lugar Dieciséis las mujeres no podrán andar en bicicleta, en Lugar Diecisiete, las mujeres no podrán llevar indumentarias con colores vistosos, porque se trata de colores sexualmente atractivos, en Lugar Dieciocho, se cambiarán todos los nombres de las calles que incluyan el vocablo “Mujer”, en Lugar Diecinueve las mujeres no pueden asomarse a los balcones o ventanas de sus hogares, en Lugar Veinte, las ventanas de todos los hogares deben de ser opacas, para que las mujeres no puedan ser vistas desde afuera, en Lugar Veintiuno, los hombres no pueden coser ropa de mujer, en Lugar Veintidós las mujeres no podrán ingresar más a los baños públicos, en Lugar Veintitrés, los hombres y las mujeres no pueden viajar en los mismos ómnibus, en Lugar Veinticuatro, las mujeres tienen prohibido el uso de pantalones, aunque sea bajo la burka, en Lugar Veinticinco está prohibido sacar fotos a mujeres, en Lugar Veintiséis no podrán existir fotos de mujeres en ningún medio de prensa, revista, o libro, en Lugar Veintisiete, está prohibido escuchar música para todos, en Lugar Veintiocho, está prohibido ver películas, televisión, dvd’s., en Lugar Veintinueve, ser prohíbe festejar Año Nuevo en Primero de Enero, en Lugar Treinta el día 1 de mayo no tiene más validez por tratarse de un día Comunista, en Lugar Treinta y Uno toda aquella persona que no tenga un nombre islámico, deberá sustituirlo, en Lugar Treinta y Dos, la juventud debe de raparse el cabello, en Lugar Treinta y Tres, los varones tienen que llevar indumentaria islámica con gorra, en lugar Treinta y Cuatro, los varones no pueden afeitarse más, y deberán dejar crecer bien largas sus barbas, en Lugar Treinta y Cinco, todos deben ir a orar a las futuras mezquitas, no menos de cinco veces por día.”

III.

Sol, José y los demás habían quedado petrificados.

Se miraron todos como diciendo “Esto es un mal sueño” o “Estoy teniendo una pesadilla, y pronto voy a despertar”.

Estaban anonadados, incrédulos.

Pero no tuvieron tiempo de seguir pensando, porque un fuerte golpe derribó la puerta de un saque.

Un hombre de túnica negra y barba blanca, agarró a Sol del brazo con violencia: “¡Quedas arrestada por violación del Nuevo Orden Moral!”, le puso un grillete en uno de los brazos. Sol vio que la habían unido a una larga fila de mujeres, iguales que ella, que habían secuestrado de las calles, de las oficinas públicas, de los bancos, de las plazas.

Esos hombres trabajaban a una velocidad bestial, apenas habían pasado quince minutos del anuncio del Decreto, y Sol pudo contar cien mujeres encadenadas. Eran arrastradas como ganado por las calles...

Sol caminaba como una sonámbula, había perdido la noción del tiempo deambulando en la fila. Ya era de noche, y luego un nuevo día, y una nueva noche, y todas las mujeres de Montevideo, deambulaban encadenadas.

A la noche, les permitían como “Regalo de Dios”, tenderse a dormir sobre la vereda o el asfalto, debían juntar fuerzas para seguir caminando. Era invierno, y obviamente no les proporcionaban ningún tipo de abrigo, debían reposar a la intemperie, lloviese o no, y cualquiera que se quejara, era azotada con vehemencia.

No les había sido otorgada la opción de poder adquirir una burka, ni de cambiar sus ropas. Todas estaban vestidas con lo último que tenían el día y la hora del decreto. Por supuesto, en el caso de Sol, que había sido arrancada de pollera, esta ya hacía rato se había transformado en un harapo, lo mismo que sus cancan de lana, iba descalza, puesto que los talibán habían requisado todos los calzados femeninos que tuvieran taco, y Sol ese día había decidido usar taco, por lo tanto, tenía la planta del pie negra, su cabello largo, enmarañado, engrasado, les estaba prohibido asearse, si habían salido así vestidas ese día, deberían pagar el precio por tan magno pecado.

Las mujeres encadenadas no hacían otra cosa que deambular por la ciudad, todos los días, a las seis de la mañana, su celador, las obligaba a ponerse de pie, y sin más, seguir caminando, hasta que alrededor de las doce de la noche, les concedían otra vez esos “sagrados instantes” de descanso.

Así, las mujeres mendigaban por la ciudad, con la ropa cada vez más gastada, el cabello cada vez más enmarañado, absolutamente hediondas, todas llevaban sus ropas húmedas por sus propias heces, no les estaba permitido ir a ningún baño, ni siquiera, agacharse, y apartarse la bombacha en plena calle, pues debían orinarse encima, sino, azotes.

Era una cadena de mujeres mendigas. Su rutina era deambular como macaco de circo por toda la ciudad, y que las otras, esas que de casualidad, aquella mañana aún no habían salido de su domicilio, fueran bien conscientes de lo que les esperaba en caso de que alguna se atreviese a violar tan sólo uno de los preceptos del Decreto del Nuevo Orden Moral.

IV.

Así transcurría la vida de Sol, desde el día de la Instauración de la Dictadura Islámica: Mendigaba encadenada por 18 de julio. Otras compañeras habían sido socorridas por algún familiar masculino, pero ella estaba sola, había dejado con Ariel un año antes luego de convivir por diez años.

Sus padres habían emigrado a España en el año 2002, y los padres de Ariel habían hecho Aliá, también por esas fechas.

Pero ellos habían decidido apostar por el país, eran jóvenes, eran profesionales, emprendedores, nada tenían que temer.

Nada anhelaban más que formar una familia. Pero pasaba el tiempo y Sol no quedaba embarazada. Fue entonces que vinieron los tiempos de tratamientos de fertilización asistida, pasaron por todos, pero desafortunadamente, nada dio resultado. Tal hecho fue desgastando la relación, hasta que no tuvieron otra opción que separarse.

Sol no había tenido noticias de Ariel desde entonces.

La Dictadura Islámica llevaba un año, y los cambios habían sido drásticos.

Cuando se instauró el Nuevo Orden Moral, se derrocó previamente al presidente José “Pepe” Mujica, quien a los dos meses, fue lapidado en la plaza Independencia junto a su esposa Lucía Topolansky, por haber tenido relaciones sexuales antes de haberse casado.

Luego se habían sucedido cambios fuertes en la Política del Uruguay. Como primera medida, se había anulado la Laicidad del Estado para pasar a depender de las leyes del Corán. Decir “Pepe Batlle” era símbolo absoluto de infidelidad.

Los viejos militares que quedaban de la dictadura del 73, se adhirieron al régimen talibán con fervor, así como sus hijos y sus nietos.

La plaza Libertad se trasformó en la plaza Santa. En ella se reunían los fieles al Islam a orar en dirección a La Meca, y poco a poco se iba instalando la filosofía del Martirio como fin Último y Sagrado. Eran miles de barbas multicolores, rasgando el piso, haciendo reverencias a Alá.

Por la calle no se veían casi mujeres, y las pocas que tenían la necesidad de circular, respetaban estrictamente las normas, usaban la burka, y siempre un familiar masculino las escoltaba.

Los matrimonios se concretaban por arreglos entre las familias. Y las ciudadanas solteras, tuvieron que someterse a la prueba del himen. Las que no resultaban vírgenes, eran lapidadas, en diferentes tandas, en la plaza Independencia.

El Mulá Mohamed Abdul estaba satisfecho con los resultados obtenidos en este ignoto país. Había sido bastante fácil el proceso de cambio. Tan solo tres millones de habitantes.

Al segundo año, la dictadura islámica se había propuesto objetivos más ambiciosos. Los viejos batallones militares habían sido remodelados como mezquitas. Se decreta como Idioma Oficial del Estado el árabe, y se prohíbe el Idioma Español. Se dictan cursos intensivos de árabe en las otroras escuelas de antaño. Si alguien es sorprendido hablando en español, es sometido la primera vez a una tanda de latigazos. Si le sucede una segunda, es condenado a pena de muerte.
Comenzaron entonces los atentados suicida en primer lugar contra los objetivos judíos. El Carnaval, había sido prohibido, por considerarse una festividad pagana. Si alguien era sorprendido haciendo un paso de candombe, o tocando un tamboril, era castigado con la pena de muerte.

El 28 de junio, a dos semanas de la instauración de la Dictadura Islámica, todos los homosexuales habían sido ahorcados en pleno 18 de julio, en el día del Orgullo Gay.

V.

Aún Sol sigue mendigando por 18 de julio. Hace unos años, una mujer se había apiadado de ella, y le había proporcionado una burka en desuso.

Sol se alimenta con restos alimenticios que obtiene de los contenedores, con trozos de pan duro, y bebiendo el agua de las alcantarillas.

Sol vive a tientas. Está casi ciega debido al entramado de la mirilla de la burka. Hace cinco años que su cuerpo no recibe un baño.

Sol aún recuerda, su ducha, su acolchado de colores, y esos últimos quince minutos de descanso, de aquella mañana fatal en que los talibanes invadieron Uruguay.

Anna Donner © 2010
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