Tiempo 3760


I.
Hoy la clase es en el salón dos. Los estudiantes iban llegando de a tandas.
El Profesor hace rato que había arribado. No era un individuo muy locuaz, más bien todo lo contrario, introvertido, y en su mundo.

-Jóvenes, voy a comenzar la clase, ustedes saben que detesto la impuntualidad. ¿Acaso desconocen que el tiempo corre irreversible?

Los pocos alumnos que se encontraban en el salón se miraron desconcertados.

-¡No pongan esas caras! ¿Acaso les estoy revelando algo que no sepan? – El Profesor se enterneció una pizca, pero ni tanto.- Ustedes están en una edad en la cual creen que tienen todo el tiempo por delante, y lo dejan escapar, y cada segundo perdido, es vida perdida.

-Profesor Del Piazza, con todo respeto, no es para tanto, si me permite- repuso uno de los estudiantes presentes.

-Vea Ud., joven. Es exactamente esta filosofía del pensamiento lo que hace dejar escapar instantes preciados, que ya no volverán. –El Profesor Del Piazza se puso de pie, y escribió en la pizarra, en letras muy grandes la palabra “TIEMPO”.

Dio unos pasos breves, miró a sus alumnos y exclamó:

-¿Cómo miden ustedes, vuestro tiempo?

Un silencio absoluto se hizo en la sala.

-¡Con números!- respondió exacerbado el profesor.

-Y, a propósito de números, este es el tema de hoy; Sistemas de Numeración.

A medida que el profesor Del Piazza hablaba, otros estudiantes habían ido llegando, y ocupando sus respectivos lugares en el salón.

-Bien, jóvenes, los sistemas de numeración son distintas formas de representar la información numérica. Se nombran haciendo referencia a la base, que representa el número de dígitos diferentes para representar todos los números. El sistema habitual de numeración para las personas es el Decimal, cuya base es diez y corresponde a los distintos dedos de la mano, mientras que el método habitualmente utilizado por los computadores o sistemas electrónicos digitales, es el Binario, que utiliza únicamente dos cifras para representar la información: el 0 y el 1.

- Sea, pues, jóvenes, que los circuitos internos que componen las computadoras utilizan el sistema de numeración Binario para la interpretación de la Información, puesto que exige sólo dos estados o “posiciones de funcionamiento”: 0 y 1. Es decir, estas dos cifras se pueden asociar perfectamente a los dos posibles estados que pueden adoptar los circuitos: Apagado y Prendido. La presencia de corriente eléctrica o la ausencia de corriente eléctrica.

El profesor Del Piazza se dirigió hacia la pizarra y anotó:

“Presencia de corriente eléctrica = 1 (encendido)”

“Ausencia de corriente eléctrica = 0 (apagado)”

-Es decir, jóvenes-retomó nuevamente la palabra- que cuando la corriente eléctrica pasa a través de la computadora, ésta lee un 1 cuando percibe la corriente eléctrica y un 0 cuando no hay corriente eléctrica.

Uno de los estudiantes pidió la palabra.

-Profesor, no me queda muy clara la correspondencia entre el sistema decimal y el sistema binario.

-¿Cuál es su nombre, joven?

-Daniel Bemberg.

-Bien, Señor Bemberg. ¿Qué número le sigue al 9?

-El 10.

-¿Y qué diferencia nota Ud., entre el número “9” y el número “10”?

Daniel Bemberg se quedó pensando. El profesor aguardaba expectante.

-¿Qué el 10 es uno más que el 9?

-No, joven, no me refería al valor. Bien, la Diferencia entre el número 9 y el número 10, es que el primero está compuesto por una cifra, o dígito, si así lo prefiere, y el segundo está compuesto por dos, es decir el 9, está compuesto por la cifra “9”, y el 10, está compuesto por dos cifras, el “1” y a continuación el “0”. ¿Sabe por qué sucede tal cuestión? Porque el sistema decimal posee diez dígitos distintos, que van del cero al nueve, pero Usted debe representar miles, millones de números, es entonces, que cuando se le agotaron todos los dígitos puestos de a uno, Ud. comienza a Combinar.

-Entonces, toma el 1, y primero lo combina con el 0, obteniendo el “10”, luego combinará el mismo 1 ¿con? Con el siguiente dígito, otro uno, pues, y obtiene el “11”. ¿Todo claro hasta acá?

-Sí, profesor.

-Le pido que imagine Ud. joven, ahora este mismo “salto” en el sistema binario.

-Creo que comprendo, primero va el 0, luego va el 1, y luego, como ya no hay más dígitos, se combina el 1 con el 0, entonces, sigue el 10.

-¡Correcto! Lo que falta por concluir es la Relación entre ambos sistemas. Bien, ¿sabe cuál es? La secuencia en el sistema decimal es 0,1,2,3,4, etc, pero la secuencia en el sistema binario es 0, 1,10,11. ¿Qué significa esto? Pues que al 10 binario equivale al 2 decimal, y que el 11 binario equivale al 3 decimal. ¿Comprende?

-Sí, profesor. Entonces, como luego del 11, ya no existen más combinaciones de dos cifras en el sistema binario, ¿hay que usar una tercera?

-¡Efectivamente joven!

-Entonces, el 4 decimal es equivalente al 100 binario.

-Muy bien.

- Bien, jóvenes- se dirigió al resto de los alumnos- ¿Ha quedado este concepto claro?

-Sí, profesor Del Piazza- exclamaron al unísono.

-Bien, jóvenes. Hagamos ahora un poco de historia- repuso el profesor Del Piazza- Cuando los hombres comenzaron a contar, usaron los dedos, guijarros, marcas en bastones, nudos en una cuerda y algunas otras formas para ir pasando de un número al siguiente. Y cuando se alcanzaba un determinado número, se hacía una marca distinta que representaba a todos ellos. Ese número es la base.

-La base que más se ha utilizado a lo largo de la historia es 10, por ser el número de dedos que poseemos. Desde hace 5000 años la gran mayoría de las civilizaciones han contado en unidades, decenas, centenas, millares, del mismo modo que seguimos haciéndolo hoy.

-Bien, jóvenes, ahora pasaremos a otro tema. El Calendario. –el profesor Del Piazza hizo una pausa y prosiguió.

-Veamos la etimología del término calendario. Del latín, calenda, es una cuenta sistematizada del tiempo para la organización de las actividades humanas. Antiguamente estaba basado en los ciclos lunares. En la actualidad, los diversos calendarios tienen base en el ciclo que describe la Tierra alrededor del Sol y se denominan calendarios solares.

-El comienzo del año en la era romana era marzo, y se le llamó de ese modo en honor a Marte, dios de la Guerra, abril, fue llamado por Aperire, en latín “abrir, que significaba el renacimiento de la primavera, mayo, en honor a Maia, la diosa de la primavera, junio en honor a Juno, esposa de Júpiter y diosa del matrimonio.

-Luego, en los años de Julio César, Quinctilis se cambió por julio en su honor y un poco más tarde en los años del emperador Augusto se cambió Sextilis por agosto. Los meses de enero y febrero, se añadieron después. Febrero fue llamado así en honor a Februa, el festival de la purificación, y enero por el dios Jano, dios de las puertas.

El profesor Del Piazza hizo una pausa y continuó.

-Pero, existen otros calendarios diferentes. Como por ejemplo, el calendario hebreo. Vean Uds., jóvenes que el calendario hebreo es un calendario lunisolar, es decir, que se basa tanto en el ciclo de la Tierra alrededor del Sol, el año, como en el de la Luna alrededor de la Tierra, el mes.

-Este calendario se basa en un complejo algoritmo, que permite predecir las fechas exactas de luna nueva, así como las distintas estaciones del año, basándose en cálculos matemáticos y astronómicos.

-El calendario hebreo comienza con la Génesis del mundo, que aconteció, según la tradición judía, el domingo 7 de octubre del año 3761 a.c; fecha equivalente al 1 mes de Tishrei del año 1. De este modo, el año gregoriano de 2009 equivale al año hebreo de 5769, que comenzó al atardecer del 29 de setiembre de 2008.

-Para convertir un año del calendario gregoriano a su correspondiente hebreo basta con sumar o restar la cifra 3760.

El profesor del Piazza escribió en pizarra:

“5769 = 2009 + 3760”.

II.

Rosh Hashaná (en hebreo ??? ???? transliterado ro’sh ha-shanah, “cabeza del año”) es el Año Nuevo espiritual judío y se celebra el primero y el segundo día de tishrei, un mes del calendario hebreo.

La tradición judía considera que este mes Dios creó el mundo y es a partir de esa celebración que se cuentan los años. En este día, según la tradición, fue creado el primer hombre: Adán.

-Daniel, te estamos esperando para empezar- lo llamó a la mesa su madre, Sara.

Ya estaban sentados a la mesa, León, Sara, Uri y Gabriel. Todo estaba listo, el mantel blanco con puntillas que había bordado la Bobe Milka, la Jalá puesta en el centro, un pote de miel, una manzana cortada en trozos.

Antes de sentarse, los varones colocaron sobre sus cabezas un kipá. La cena comenzó con la bendición de las velas ubicadas junto a la Jalá.

Daniel cortó un trozo de jalá mientras pronunciaba unas palabras en hebreo, luego de haber hecho la bendición del vino. La copa había pasado de mano en mano.

Todos comieron manzana con miel, símbolo de la dulzura y la alegría de ese día, albóndigas de pescado, gefilte fish, recordatorio de la comida humilde de los judíos pobres de Europa Oriental, con jrein, rábanos rallados picantes, y kniches, bocadillos de papas.

-Shana Tová-se felicitaron todos los concurrentes. 5770 había comenzado.

III.

Daniel, sin embargo, no creía en la existencia de Dios. Pero nada le costaba complacer a su familia, y adecuarse a las tradiciones, era un pequeño gesto que hacía feliz a su familia, especialmente a Sara.

Por otra parte reconocía que las tradiciones de sus ancestros eran muy bonitas, no le cabía la menor duda. Los alimentos, saludables, Daniel se decía que eran muy sabios los judíos de la antigüedad, la carne y la leche caía pesada en tiempos donde los alimentos se echaban a perder con facilidad, del mismo modo que los mariscos se descomponían fácilmente en el calor del desierto.

Lo cierto es que, Daniel no creía en Dios, más bien consideraba a Dios como una excusa. Una excusa inventada por los cobardes para evitar hacerse cargo de su vida.

Sin embargo, Daniel era muy respetuoso con las creencias de los otros, se consideraba un tipo tolerante. Muchos de sus compañeros creían en la eternidad, y no concebían la idea de La Muerte.

En el fondo de su corazón, Daniel pensaba que la religión era el opio de los pueblos. Además, creía que todas las religiones iban en contra la evolución de la especie humana. No creía que su destino fundamental fuese casarse, armar una familia y tener hijos. Claro, tampoco estaba en contra de esa idea. Pero, en todo caso, se daría por una circunstancia en su vida. Se daría también, por una elección por la cual, él sería responsable, y se haría cargo de ella.

Daniel consideraba que no había pruebas fehacientes de la existencia de Dios, al fin y al cabo consideraba válido sólo aquello que se podía probar con hechos.

Para Sara, su madre, las cosas eran distintas. – Es una cuestión de fe – le había dicho siempre – y la fe no se sostiene sobre nada, no se cuestiona; simplemente se cree, o no se cree. La vida es demasiado perfecta, la naturaleza, imponente, y nada de eso puede haber sido creado al azar. Hubo una inteligencia superior que tuvo que tener en cuenta todos los detalles, no podemos entender los porqués, porque no está a nuestro alcance entenderlos, es una cuestión mucho más elevada.

Daniel, en cambio, consideraba una explicación científica para el asunto. Creía en las teorías de la evolución. Luego de una explosión cósmica, de una de sus partículas nació La Tierra. Después del diluvio, la tierra se llenó de agua. Luego, el gran pedazo de planeta se quebró en cinco partes. El agua fermentó y se fueron creando las primeras células vivas. Los moluscos, los insectos, los anfibios, los reptiles, las aves, los mamíferos, y El Hombre.

Daniel concebía la Creación como un Axioma, y para él era más claro un cielo sin Dios.

Daniel, pues, estaba de acuerdo con el profesor Del Piazza, el tiempo, corría irreversible, y no podía volverse atrás.

Daniel creía en el Ser y su Finitud.

Anna Donner ©2009
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