Bajo las ruinas
"Ninguna seducción sostiene la tela
Se insinúa un hombro roto
Tiembla la luz
Nadie suspira el calor que sale de la ventana"
(Joaquín Doldán)
La Madre Naturaleza está desesperada.
Los hombres depredadores han ignorado sus súplicas en forma de huracanes, terremotos y tsunamis, los hombres depredadores siguen olímpicos, sin movérseles un pelo.
Los hombres depredadores son radicalmente egoístas, todos son islas en medio de un vasto océano.
Los hombres depredadores son tan irrespetuosos que sin dejo de piedad , llenan océanos de petróleo, sin preocuparse del estado de sus tan maltrechos buques.
Los hombres depredadores confunden el Mundo, con un bote de basura. Tiran desperdicios no reciclables, botellas plásticas, bolsas de nylon, cubren parques, playas, o veredas.
Ellos podrían guardar su desperdicio en cartera o portafolio. Pero tan egoísta es el hombre depredador, que no desea perder ni una décima de nanosegundo ocupándose del destino de la basura,- ¿para qué si otros lo hacen por mi?- No tiene ganas, menos aún tiempo.
El hombre depredador se reune con el holding, y planifica su estrategia de marketting, de marketting de guerra.
Las acciones de su holding engordan cada día, se abandona a gozar del sagrado placer de acumular riqueza.
Es entonces que decide poner una refinería en un valle hasta ahora puro, los números son tan gordos, ¿de qué valle están hablando?
El hombre depredador va camino a reunión para planificar una función de marionetas, de esas que se mueven con palitos, y penden de los hilos que tan habilmente él maneja.
El hombre depredaror, planifica la función de la manera más eficiente, rápida, óptima.
Su frase de cabecera, EL TIEMPO ES ORO. Contrató a un artista de renombre, y utilizando papel chino, diseño (ordenó al artista) cómo pintarle aquellas letras. Su deseo era que usara como pintura el oro fundido de sus minas, - ¿Señor, le parece? - No le pago para que piense- respondió el hombre depredador al artista. ¿Acaso el arista ignoraba que pertenecía a una casta inferior? - el depredador reflexiona contrariado.
La obra quedó muy buena, la mandó enmarcar con cristales de diamantes, y allí se regocija cada vez que la contepla, cuando se levnata, cuando se acuesta.
El hombre depredador divide para conquistar, fomenta los radicalismos, incita a la violencia, que se den la biava los de abajo, que se inmolen o se mueran, nada de eso a él le importa, "Bussines are bussines", es su lema.
Pero el depredador maldito subestimó a la Madre Naturaleza, desde el día que decidió hacerla repositorio de su mierda, y es ahora con sorpresa, que sufre las primeras vibraciones.
Está alojado el depredador en un hotel en el Japón, haciendo negocios con los nuevos holdings amarillos, cuando siente aquel golpeteo.
Tan irrespetuoso, en la cama con un acompañante, amante contratada para hacer de su destino un gozo placentero. Mira a su compañera, deposita la colilla del enésimo cigarrillo en un cenicero cristalino, - ¡Es inadmisible, este hotel es una mierda! - Disca, y grita: -¡Ustedes están para servirme,soy yo el que acá paga, vengan de una vez a vaciar el maldito cenicero!
El depredador hace caso omiso al murmullo in creccendo que viene de la calle, a los gritos aterrados, de repente está molesto: -¿Qué carajo pasa? ¿Porqué no se callan, estos japoneses de mierda?
Muy molesto se levanta, sale a la terraza de la suite presidencial del Sheraton, ve la gente como puntos negros, -¿qué les pasa a las hormigas amarillas? -se pregunta, cada vez más molesto.
Al final su pedantería, le juega una mala pasada, el depredador ignorando ahora los gritos, desgarradores, desesperantes, hace una mala jugada, sigue inmutable abandonado a sus libidinosos y ególatras placeres. Toman más champagne, él y su compañera, tan beodos están que se han quedado, rezagados y atrapados.
El hotel ya fue evacuado, el depredador de repente incrédulo sale a la terraza, y la inmensa montaña de agua es lo último que ve, la Madre Naturaleza con él perdió ha perdido su paciencia.
Anna Donner Rybak © 2011